martes, 30 de agosto de 2011

Crónica de una suspensión anunciada

Como advertimos la semana pasada, la consulta ciudadana programada para el pasado domingo 28 de agosto, que habría de realizarse en apego a lo dispuesto por la Ley de Participación Ciudadana en su artículo 84, fue pospuesta una vez más, en el último minuto de la última hora.

Con esta suspensión ya esperada se reitera cómo los acontecimientos superan la disposición y el ánimo de la autoridad para responder a los ciudadanos, y observamos que los hechos continúan marcando un sino voluntarioso a las disposiciones que tienen que ver con la participación ciudadana. Así también, se muestra cuanta confusión y desinformación existe por parte de todas las instancias que, desde el gobierno y la misma ciudadanía, hemos de conformar un espacio de relación gobierno sociedad.

Veamos qué pasó.

En la semana del 15 al 19 de agosto, los Consejos Ciudadanos de ocho demarcaciones se acercaron a la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa para expresarle su desconcierto acerca de la realización de una “nueva” consulta, y el poco tiempo que se tenía para participar en ella, debido a la serie de protocolos y requisitos a cumplir antes del día señalado. Así también, argüían el hecho de que los proyectos puestos a consulta en marzo pasado, no se habían concretado, por lo que les resultaba incongruente convocar a los vecinos otra vez a las urnas.

En efecto, pese a que la convocatoria para la consulta señalada en el inciso a) del artículo 84 de la ley fue emitida desde el día 16 de mayo, no es sino hasta el 27 de julio que se da a conocer la logística para su implementación a través del Acuerdo que, desde el gobierno, fue publicado para ese fin.

Esta nueva disposición presentó una serie engorrosa de mecanismos para dar forma y trámite a los proyectos que serían votados el día de la consulta. Esta secuencia va más o menos así: difundir la convocatoria, organizar foros informativos, solicitar a los vecinos que presenten proyectos o ideas, llevarlos a validar a la delegación, hacer una primera selección de proyectos, realizar asambleas del pleno del Comité, asistir a cursos en el IEDF. Y todo esto en medio de llenado de formas y machotes a presentar ante el Instituto Electoral, como prueba de la equidad, la certeza, la imparcialidad y la legalidad requeridas.

Así que muchos comités vieron cuesta arriba cumplimentar este numerito, sumado a que empezaron a recibir cuestionamientos de sus vecinos sobre los resultados tangibles aún pendientes de la consulta anterior.

Muy lejos estuvieron tanto el IEDF como las Delegaciones y los Comités de interpretar el verdadero sentido de esta “nueva” consulta, la que en términos exactos de la Ley se ha de realizar entre los meses de junio y agosto para “definir las acciones prioritarias de atención en las colonias” (inciso a, Art. 84)… a fin de que “sus resultados (de la consulta ciudadana) sean incluidos en los anteproyectos y proyectos de presupuesto de egresos, así como en los programas operativos y programas operativos anuales”, siendo que en ningún momento se menciona lo relativo al presupuesto participativo, razón de ser de la consulta dispuesta para efectuarse entre los meses de enero y febrero. Puesto así, sí se contienen motivos para llevar a cabo dos consultas al año. Sin embargo, y esto será tema de otra entrega, creo que ya ni caso tiene discutir la mala interpretación o el equívoco reinante, ya que ahora simplemente y para evitar confusiones, se le dio mate a una de estas consultas con una nueva modificación a la ley, lo que deja fuera la posibilidad de incluir en los proyectos delegacionales “acciones prioritarias de atención en las colonias”, mediante la opinión de la ciudadanía. Nos hemos de conformar con un único proyecto para incidir en sólo un tres por ciento del presupuesto de egresos (de esta manera se resguarda de la opinión y participación de la ciudadanía el 97 restante).

Volviendo a la Consulta, la idea de posponerla empezó a ser vista como necesaria por los Comités ante la dificultad de movilizarse para emprender todo lo estipulado en sólo dos semanas.

Al mismo tiempo, y buscando atender la demanda de los Comités, la Asamblea Legislativa desplegó en los medios su opinión favorable a una posible suspensión de la Consulta, exhortando a los gobiernos central y de las delegaciones a sumarse a esta decisión mediante un acuerdo. Ello dio pie a la aclaración del Instituto Electoral acerca de no haber acordado nada al respecto con la Asamblea, tal como miembros de ésta ya habían asegurado, y convocaba a que cualquier modificación se realizara de manera legal mediante una modificación a la ley.

Cabe decir que los funcionarios del IEDF expresaron la inconveniencia de posponer este ejercicio, en virtud de la proximidad del calendario electoral que viene a representar para este instituto un renglón importante de sus atribuciones y compromisos.

Así las cosas, nuevamente la premura caracterizó las modificaciones, toda vez que el lunes previo al día previsto, aún no se anunciaba la realización de un periodo extraordinario de sesiones en el legislativo, asunto que se resolvió hasta el jueves 25, cuando apenas se tenía el dictamen, y se señaló una sesión de los legisladores para el viernes en la mañana y la publicación de las modificaciones ya esperadas en la misma tarde de ese viernes 26.

Uf, cansa mencionar tantas prisas. Aunque en la realidad los ciudadanos no tuvimos porqué ajetrearnos ya que, como está pasando en este ambiente, no fuimos consultados para las modificaciones que se realizaron, más allá de la solicitada por algunos comités de posponer la fecha de consulta y, por enésima vez, solamente asistimos como espectadores.

martes, 23 de agosto de 2011

De tin marin... ¿habrá consulta este domingo?

Nuevamente el período de consulta ciudadana, marcado por la Ley de Participación Ciudadana, se ha vuelto una cadena de desencuentros entre la Jefatura de Gobierno del DF, la Asamblea Legislativa y el Instituto Electoral local (IEDF). Los otros participantes (coadyuvantes, dice la ley), los gobiernos delegacionales y los mismos comités, simplemente estamos a la expectativa y dispuestos a bailar al son que nos toquen.

Esta es la manera en que se está operando la dichosa participación ciudadana en la ciudad, al contentillo de las autoridades, dejando muy atrás la voluntad, la energía y el compromiso que muchos comités han asumido como una función importante en sus comunidades, conscientes de que su actuación está abriendo brecha en la democratización de las decisiones públicas, aunque algunos estén conscientes que la Ley en sí misma es incompatible en muchos casos con realidades específicas de participación naturales a cada grupo en cuestión.

En esta ocasión, como pasó en la consulta señalada para realizarse entre enero y febrero de este año, y que acabó llevándose a cabo hasta el 27 de marzo, nos hemos montado en el último tramo del período propuesto, de junio a agosto, otra vez bajo presión y con una serie de decisiones pendientes, cuando no, equívocas, dadas bajo una interpretación de la ley que deja muchas dudas entre los participantes.

¿Qué es lo que está pasando? Creo que no hay vecino, miembro de comité, representante de manzana, encargado de una comisión de trabajo e inclusive coordinador interno de comité, que logre entender porqué una consulta ahora, qué es lo que pretende lograrse con ella y cuáles son sus fines. Además de que con un estrecho margen de tiempo hemos acudido a la capacitación que dio el IEDF, asumiendo prisas y carreras para cumplir con los requisitos de realizar una asamblea, reunir información, validarla con los funcionarios de la delegación y otros requerimientos del protocolo burocrático previo a la consulta ya difundida para este próximo domingo 28 de agosto.

Y todo mientras la Asamblea y el Gobierno del DF aún plantean la posibilidad de posponer la fecha. Hoy lunes 22 de agosto está anunciado un encuentro entre ambas partes, con el fin de discutir sobre un período extraordinario de sesiones en la Asamblea que les permita modificar la ley en ese sentido.

Porque hasta el momento, sólo el IEDF se ha involucrado en el trabajo que le corresponde, al informar e instruir a los comités sobre lo que tienen que hacer para convocar a la consulta. De ahí que su postura para la cancelación sea muy clara, debido a que estos cambios repentinos les provocan cuando menos un descontrol en sus programas de trabajo encaminados al inicio del período electoral del próximo año.

Por ello, en el pronunciamiento que los consejeros electorales integrantes de su Comisión de Participación Ciudadana extendieron la semana pasada para rechazar que exista ya un acuerdo entre la ALDF y el IEDF respecto al cambio de fecha, exigen que de darse éste, necesariamente tiene que ser mediante una reforma a la Ley, tal como corresponde, y sugieren “respetuosamente, que se revise el modelo de participación ciudadana de manera integral, para hacerlo compatible con las disposiciones del Código de Instituciones y Procedimientos Electorales del Distrito Federal relacionadas con las elecciones constitucionales”.

Cabe recordar que desde el 16 de mayo del presente año se emitió la Convocatoria para Participar en la Consulta Ciudadana a fin de Definir las Acciones Prioritarias de Atención en las Colonias y Pueblos Originarios, por lo que es inexplicable que a último momento la Asamblea y el Gobierno pretendan un cambio.

Sin embargo, los jaloneos que estamos viendo por el sí o no de la realización de la consulta, son sólo una parte superficial del problema que nos inquieta a los ciudadanos, y más a quienes formamos parte de los comités.

El cuestionamiento principal viene a cuento por el hecho de que gran parte de los proyectos definidos como parte del presupuesto participativo que se decidieron en marzo pasado no se han realizado, dejando hasta el momento sin aplicación este monto de recursos presupuestales. ¿A qué entonces una nueva consulta? Cuesta trabajo responder a ello. Veamos por qué.

En primer lugar, es asombroso que se haya dado un Acuerdo para Determinar los Proyectos Específicos en que habrán de Aplicarse los Recursos Autorizados en Materia de Presupuesto Participativo para el Ejercicio 2012, firmado únicamente por el Jefe de Gobierno, la Asamblea Legislativa, el IEDF y los 16 jefes delegacionales, pese a que en dicho documento se dice que las reglas en él contenidas son emitidas igualmente por los Consejos Ciudadanos Delegacionales, los Comités Ciudadano, y los Consejos de los Pueblos. Pues no, los participantes estamos en esto únicamente como espectadores y sujetos pasivos. Hemos de atenernos a los procedimientos señalados desde la autoridad, muchos de los cuales implican un enorme esfuerzo, a veces innecesario, para determinar cuáles son las prioridades de atención en nuestras comunidades. Asimismo, estas normativas dejan fuera la enorme realidad de problemáticas de las colonias, barrios y pueblos, en un afán de direccionar la participación, constreñirla únicamente a rubros genéricos y específicos de un catálogo, y además limitados en número.

Y aquí otro tema por demás importante: la interpretación de la ley en sus artículos referentes al mecanismo de consulta ciudadana, objetivos y maneras. Tenemos por tanto que el artículo 47 del Título Cuarto, referente a los instrumentos de participación ciudadana, define a la consulta como el instrumento por el que “se somete a la consideración de la ciudadanía, por medio de preguntas directas foro o algún otro instrumento”, cualquier tema de impacto en los distintos ámbitos territoriales. ¿A qué entonces volver un evento electivo la definición de prioridades de atención en las colonias, cuando la misma ley habla de la posible realización de consultas a través de foros u algún otro instrumento? Bien estaríamos si lleváramos a cabo este ejercicio de consulta a través de una asamblea ciudadana, que diera paso a procesos deliberativos interesantes y que además pudiera servir para la educación democrática de los ciudadanos, aliviando con ello el arduo trabajo que tiene que llevar a cabo el Instituto Electoral y reduciendo también el gasto y la parafernalia que sólo pretenden determinar como problemática algo que en las comunidades está a la vista de todos y que una consulta a manera de elección sólo trae aparejada la confrontación entre vecinos, al privilegiar las propuestas de unos sobre las de otros.

Por otro lado, la ley nos habla de dos tipos de consultas. En el Artículo 84, inciso b) se establece el período de enero a febrero para determinar “la forma en que habrán de aplicarse los recursos aprobados por la Asamblea Legislativa para tal efecto” (presupuesto participativo), acción que ya se llevó a cabo en la consulta anterior del 27 de marzo. Y el inciso a) de este mismo artículo prevé el lapso de junio a agosto para determinar “las acciones prioritarias de atención en las colonias a modo de incluir éstas en los anteproyectos y proyectos de presupuesto de egresos, así como en los programas operativos y programas operativos anuales”.

Tal como está el texto, apunta a una verdadera y efectiva participación ciudadana: influir en el diseño de los proyectos de presupuesto de egresos y en los programas operativos anuales, que son las verdaderas políticas de atención que pueden y deben llevar a cabo los gobiernos delegacionales y de la ciudad, por lo que de esta manera se estaría integrando un programa de trabajo y de gasto con las necesidades básicas de las colonias, por encima de los compromisos particulares del gobernante que cambia cada tres o seis años y que siguen dejando al margen urgentes rezagos en nuestras colonias, barrios y pueblos.

¿Pero qué es lo que ocurre con la manera en que se está aplicando este mecanismo de consulta? Se privilegia exclusivamente la parte concerniente al apartado del presupuesto participativo (inciso b), donde se habla de la injerencia de los ciudadanos únicamente en el tres por ciento del presupuesto anual, que en el caso de Coyoacán correspondió este año a un monto aproximado de alrededor de 370 mil pesos por unidad territorial. Y díganme ustedes ¿qué pasa cuando la prioridad es una red de drenaje para evitar inundaciones o se requiere levantar en su totalidad el pavimento deshecho de una calle y reconstruirla? Ese monto no hace ni rasguños a las necesidades reales. Todo apunta entonces a una simulación de verdadera participación de los ciudadanos.

Porque ¿qué hacemos con dos consultas cuando ambas se destinan a lo mismo? ¿De qué se tratará la que por ley llevaremos a cabo entre enero y febrero de 2012? ¿Volveremos a preguntar lo mismo en ambos períodos? En uno me dirán qué quieren y en el otro les diré, yo gobierno, porqué no se puede hacer lo que con tanto gasto, tiempo, movimientos, convocatorias y desencuentros habían decidido en sus colonias, barrios y pueblos. Así que vayan y díganles a sus vecinos que siempre no.

Así están las cosas, esperamos juntarnos los cinco vecinos de siempre este domingo, si es que no se pospone la consulta.